La producción de vidrio laminado de seguridad es un magnífico ejemplo para demostrar que con la unión de dos materiales se obtiene un tercero con unas propiedades totalmente diferentes. La producción de este vidrio laminado se efectúa en tres fases. Primero se colocan las lunas y lámina o láminas de butiral de polivinilo (PVB) superpuestas según el montaje previsto. Después se calienta esta pila, comprimiéndola al mismo tiempo. De esta manera se consiguen ensamblar los vidrios y la lámina o láminas. Por último toda esta unión es tratada en un autoclave a temperatura y presión elevadas, operación tras la que el laminado adquiere excelentes propiedades de vidrio de seguridad.
La gran ventaja del vidrio de seguridad laminado es que combina perfectamente la transparencia del vidrio frágil con la elasticidad del polivinilo. En el caso de rotura de una luna el vidrio permanece pegado a la lámina, no desprendiéndose de ésta ningún trozo grande.
Otra de las múltiples e importantes propiedades de este acristalamiento es la alta resistencia que ofrece a la rotura o perforación. Utilizando el mismo método de fabricación, una adecuada combinación de vidrio laminar nos permite obtener una extensa gama de acristalamiento de seguridad ajustada a cada necesidad.
Desde que los bancos y grandes almacenes han mejorado considerablemente sus sistemas de seguridad, los ladrones buscan su botín, en la mayoría de las ocasiones, en tiendas, gasolineras, supermercados y en viviendas. Los ladrones obtienen cantidades en objetos de valor y en dinero, ocasionando la mayor parte de la veces daños por vandalismo y destrucción, por un valor más elevado que el propio botín.
A menudo las superficies acristaladas son los puntos débiles de un edificio. Aproximadamente la mitad de los robos se efectúan a través del acristalamiento. Por eso hoy la resistencia del acristalamiento es la base principal.
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